Ego

Aquellos versados en las cuestiones filosóficas podrán, con creces, definir mucho mejor que yo este concepto. No obstante creo no equivocarme (MALDITO EGO) si digo que el Ego es aquello que nos separa de los demás, lo que nos identifica como individuos y que, por lo general goza de mala reputación.
Es cierto que ser ególatra y/o egocéntrico en demasía no nos traerá nada bueno.
Cada uno de nosotros deberá interpretar cual será la medida exacta de cada uno de esos ingredientes que nos permitan ser nosotros mismos (autocensurarse tampoco es bueno) ser sociables, permiténdonos ser miembros de una comunidad definida; los iguales tienden a agruparse.
Para poder llegar a eso (a ser recibido y aceptado) uno debe ceder, al igual que los demás miembros, esa necesidad de ser el centro del universo. En busca del bien común debe uno sacrificar ese deseo de ser “el único”.
Bien cierto es que es muy saludable que así sea. En la práctica del aikido, si me centro en mi propia persona sin tener en cuenta al compañero circunstancial de práctica, sea cual fuere el papel que interprete cada uno (Nage o Uke), deberán dejar de ser uno para convertirse en parte del Universo y sacar el mejor provecho de la práctica conjunta pues ambos por separado nunca podrían obtener el mismo resultado.
Y qué decir de los logros obtenidos; si al avanzar de grado o por el simple motivo de tener el honor de poder dar clases uno cree transformarse en “colega” de su Sensei y creyera por un instante que ha logrado llegar a la meta; si el Ego tomase las riendas de dicha situación, Dios mío !!
Por el contrario, si uno creyese que a pesar de todo el esfuerzo cometido, las instancias relacionadas a la jerarquía obtenida fuera cosa de simple burocracia si el estar mucho tiempo en algo fuera suficiente para ascender, sin importar la estructura en cuestión), perderíamos mucho de lo que pueden enseñarnos los que viene detrás nuestro; es necesario que exista una dinámica de grupo que active la sinergia propia de la interacción humana.
Mi educación técnica me hace pensar en pequeños engranajes, y mi educación en Aikido me hace pensarlos no de acero indeformable, sino de un material maleable, adaptable y en constante movimiento, cada uno con voluntad propia. Cada uno con su propio Ego buscando su equilibrio, su armonía y su movimiento interior.

Osvaldo Hiquis.