Pandemia y Aikido
El Budo es, en gran medida, un modo de lidiar con el entorno, un modo de estar presentes y fluir con las fuerzas que se manifiestan a nuestro alrededor, sobre todo cuando esas fuerzas nos son hostiles. El Aikido a través de su técnica, nos enseña que cuando un camino se cierra el cambio de dirección es la estrategia más adecuada. Cuando nos encontramos con resistencia, la eficacia está en desapegarse de la dirección inicial, girar y explorar nuevas opciones. De este modo los obstáculos, restricciones y limitaciones se vuelven un estímulo que nos ayuda a desarrollar el ingenio, la creatividad, la voluntad y la perseverancia para poder continuar nuestro entrenamiento.
Durante mucho tiempo ese entrenamiento tomó un formato específico (el interior de un dojo, el contacto físico, mucha gente en poco espacio, etc) al cual nos habituamos y en el que nos sentíamos cómodos. La pandemia de COVID 19, con su fuerza arrolladora, nos arrastró a un escenario distinto, desconocido, no exento de tragedia e incertidumbre, donde el formato habitual de práctica ya no fue posible. Pero un budoka debe encontrar el modo de continuar transitando el Camino, descubriendo las infinitas posibilidades de entrenamiento que se abren a los espíritus creativos y tenaces.
Con la paulatina apertura de actividades la práctica presencial lentamente comienza a volver y los dojos a recuperar su vida habitual. El desafío es retomar la actividad con los cuidados y precauciones correspondientes, ya que un instructor es ante todo responsable de sus alumnos y como tal debe velar por su seguridad. Hay quienes volvieron al tatami usando barbijos o máscaras faciales, otros optan por la práctica al aire libre, algunos practican técnicas de mano vacía mientras que otros se focalizan en la práctica de armas. Esta última es una excelente opción. El jo y el bokken nos brindan una enorme cantidad de técnicas y ejercicios para practicar individualmente, con distanciamiento y que pueden realizarse en cualquier plaza o parque, sin necesidad de tatami, evitando de este modo los lugares poco ventilados. También nos ofrecen el trabajo en pareja que, con las debidas precauciones, nos permite seguir entrenando la coordinación y armonización con otra persona, principio fundamental del Aikido.
Cualquiera sea la opción que se elija, la cautela y la responsabilidad deben primar por sobre cualquier otro aspecto. Cuidar y proteger a los demás son características ideales de un buen budoka.
Gustavo Auday